Con ojos de niño: Doug, Clarissa lo Explica Todo y ¡Oye, Arnold! (Podcast disponible)

No importaba si vivías en un monoambiente del microcentro porteño, una casa con fondo en el segundo cordón del conurbano bonaerense o a pasitos de un arroyo en alguna provincia del país. De algún modo, las vivencias cotidianas de los dibujos animados con personajes afincados en los suburbios norteamericanos parecían hablar, también, de nosotros.

Si no tienen ganas de leer tanto o por algún demencial motivo quieren escuchar mi voz durante una hora y veinte, les propongo escuchar el podcast sobre este tema que acabo de subir a Spotify.

Quienes crecimos en los 90 tuvimos la oportunidad de ver muchas series que trataban los temas clásicos de la vida preadolescente a partir de personajes que utilizaban su imaginación para hacer más llevadera la vida en el mundo dominado por los adultos. Aunque bajo esta premisa podríamos hacer el posteo más largo de la historia, decidí centrarme en tres programas muy populares de la pantalla de Nickelodeon que nos mostraban vida y obra (cotidiana) de tres chicos que hacían de lo mundano algo increíble: se llamaban Arnold, Doug y Clarissa.

En los tres casos, además, había otro elementos en común. Sus creadores habían puesto mucho de ellos, de sus anécdotas y sus personalidades para dar vida a estos protagonistas y su barra de amigos del barrio y convertirlos casi en amigos nuestros. Esos tres escritores quedaron para siempre atados a los personajes y aún muchos años después de haber terminado sus series (por cancelaciones o agotamiento propio del producto) siguieron de alguna forma imaginando qué habrá sido de estos tres chicos con el paso del tiempo.

Acompañame a leer esta alegre historia.

DOUG

En su primera encarnación, la serie animada de Doug fue uno de los primeros Nicktoons en debutar en la pantalla del canal y rápidamente se convirtió en una de las series más queridas de toda una generación. Su protagonista era un pibe común y corriente que acababa de mudarse al barrio ficticio de Cuentington y comenzaba a hacerse lugar entre los chicos de la zona, destacándose por tener una amplia y frondosa imaginación (que hasta lo llevaría a crear un alterego superheroico con los calzoncillos arriba de los pantalones… destinado a ser un pibe popular).

El perfil intimista del programa estaba remarcado en el hecho de que la voz en off que narraba los capítulos era la del propio Doug escribiendo en su diario y dejando constancia en él de las situaciones ante las que se enfrentaba día a día.

La serie fue producida por Jumbo Pictures, la pequeña empresa fundada por el creador de la serie Jim Jinkins y su socio David Campbell. Colaboraba también en la producción del programa el estudio de animación Ellipsanime, encargado de darle a la serie un estilo de dibujo muy particular, diferente al de la mayoría de las series norteamericanas del momento, un diseño bien minimalista y en algún punto más emparentado con la línea clara franco-belga (programas como Tintín o Asterix, pero de fondos y locaciones visualmente más simples). Este aspecto le daba al programa una onda parecida al de los libros ilustrados infantiles, que en parte tiene que ver con el origen de Doug, que nació como protagonista de El nuevo par de zapatos de Doug, una obra literaria dibujada por Jenkins y escrita por Joe Aaron pero que nunca fue publicada.

Algunos de los personajes y situaciones que aparecían en la serie tenían que ver con los recuerdos y vivencias de su creador. De hecho, el personaje de Doug guardaba varios puntos en común con Jenkins, especialmente en lo referido a su personalidad, aficiones y sus intereses románticos.

Porque claro, uno de los tópicos recurrentes de la serie era que Doug estaba perdidamente enamorado de su compañera de escuela Parry Mayonnaise, pero no se animaba a decirle nada. Como muchas de las series de este tipo, costumbristas y enfocadas en un protagonista-narrador, la familia tenía un lugar central en cada capítulo. Doug era el menor de una familia tipo, con una hermana llamada Judy frente a la que tiene habituales desencuentros propios de la edad y las grandes diferencias de personalidad, y su perro Chuletas, una mascota por demás antropomorfizada que solía servir como alivio cómico del programa.

La mayoría de las situaciones ante las que se encontraba Doug tenían que ver con los conflictos típicos de un preadolescente que lentamente va saliendo del seno familiar para conocer el mundo y las dificultades que rodean la vida independiente. Aunque el centro idiscutido de la serie era Doug, al igual que como apsaba en la serie Oye Arnold, los amigos, rivales, maestros y el contexto escuela y barrio pasaban a tener un lugar importante.

Muchos de los capítulos se centraban en un detalle muy mínimo que modificaba el día o complicaba la vida de Doug. Algo tan simple como una gorra de la suerte, un hígado encebollado o la duda de si su vestimenta era demasiado conservadora y anticuada disparaban en Doug uan serie de temores e inseguridades que, al final del capítulo, se resolvían con alguna moraleja.

Pero lo interesante es que no había una idea aleccionadora en el programa: no parecía haber detrás un adulto que les decía a los pequeños televidentes qué hacer o cómo portarse. La mirada era más bien cercana y comprensiva, como una palmadita en la espalda de los chicos que por momentos no sentían encajar bien y que decía «no estás solo, muchos tampoco saben qué hacer».

Tal era el involucramiento de Jinkins con Doug, que los inicios del personaje podían rastrearse hasta unos primeros garabatos que el artista empezó a hacer desde el inicio de su carrera. Con el correr de los años y la vida iría dotando de vida a su personaje hasta hacer un piloto que envió a Nick. La reacción del estudio fue de sorpresa y estupor: era definitivamente un producto superior a lo que estaban acostumbrados a recibir en el canal. Rápidamente Jenkins consiguió un contrato para seguir adelante con la serie y así nació un programa emblemático para la cadena que se destacaba por lo sensible y agradable de su propuesta. Doug era un chico, por decirlo de alguna forma, con mucha vida interior: que pensaba más de lo que hablaba y daba mil vueltas antes de tomar uan decisión, que muchas veces estaba destinada al fracaso.

Jinkins lo definía así: «Él es como yo siento que son los niños hoy, algo callados y descarriados. Pero toman a menudo las decisiones correctas. Lo qué nosotros intentamos comunicar es que uno debe sentirse bien con sí mismo y no debe ceder para a la presión externa. El mensaje subyacente es que haciendo las cosas correctas triunfará».

A diferencia de otros protagonistas, Doug era un chico de perfil bajo. No tenía carácter fuerte ni rasgos de líder, pero lograba conectar de forma directa con una enorme masa silenciosa de televidentes que sentían exactamente así: como raros, o especiales, pero con mucho para decir si la situación lo permitía. Un aspecto enormemente a favor que tuvo la serie fue darle lugar a una personalidad que pocas veces tenía espacio en la televisión: el introvertido o directamente tímido. Doug era aquello que en general no aparecía como la personalidad idea en uan serie de avenmturas, pero era tremendamente realista y representativa de una gran porción de la audiencia. Inclusive me atrevo a decir que niños de perfil alto, líderes, atletas o bromistas también podían ver en Doug aun igual, por que al final de cuentas era un personaje que planteaba la posibilidad de que todos, a pesar de no poder demostrarlo, tenemos mucho para decir, aunque todo quede escondido en un diario tras la puerta de nuestra habitación.

En 2016, la serie volvió a ser noticia en muchos portales porque Jenkins se animó a especular sobre cómo imagina él que habría continuado la historia de su personaje tras el final de la serie animada. A 15 años de la serie y en el marco de una entrevista a Entertainment Weekly, Jenkins volvió a recordar que gran parte de la serie estuvo basada en hechos reales de su vida y planteó la posibilidad de que Doug viviera en su etapa adulta en New York trabajando como freelancer. La imagen de Jenkins sobre el devenir de su personaje dio cuenta de que siguió pensando en la serie por mucho tiempo y agregó que se imaginaba a Doug viviendo con su amigo Tito Valentino, en contacto con su hermana Judy que se habría convertido en actriz de Broadway y con Chuletas habiendo llegado a los límites de la longevidad para acompañar a Doug por mucho tiempo más.

Hasta ahí la parte idílica de la especulación, pero Jenkins no pudo evitar barajar qué habría pasado con su personaje y Patti. ¿Finalmente habrían tenido una relación? En ese punto Jenkins volvió sobre su vida y contó que efectivamente el personaje de ella estaba inspirado en un amor de su adolescencia.

Dejémoslo en sus propias palabras:

“Nunca fui a mi reunión de 10 años de la secundaria. Estaba en Nueva York trabajando como un loco como freelancer y tratando de sobrevivir. Y entonces recibo una llamada de teléfono y es Patti. La verdadera Patti. Mi corazón late rápidamente, y ella me dice, ‘¡Fui a la reunión y no estabas!’ Y yo le respondí que lo sentía pero tenía que trabajar. Además me dice que vivía en Nueva York al igual que yo y descubrí que vivimos uno frente al otro a través de Central Park, y entonces me dice, ‘¿Por qué no viene a cenar?’”

“Así que ahora estamos en la versión real del show Doug. No sabía qué ponerme ni cómo se vería, sólo sé que estoy caminando a través de Central Park hacia su apartamento, haciéndome preguntas y lleno de esperanza, ya que en ese momento estaba muy disponible.”

“Llego a la puerta, camino hasta el apartamento y escucho la cerradura… y ella es perfecta. Simplemente perfecta. Se ve espectacular y tan feliz, y sus brazos vuelan hacia mí y me abraza, y yo sólo hago ruidos guturales y jadeantes. Ella retrocede y me dice, ‘¡Mira, Jimmy! ¡Tetas! ¡Tengo tetas!’ Parece que estuviera inventando esto, pero no. Ella estaba llena de diversión e inocencia, y fue como tener a Doug y Patti juntos de nuevo muchos años después. Todo era maravilloso.”

“Entonces me dice, ‘Oh, Jimmy, ven, quiero que conozcas a mi esposo.’”

En una bala directo al nuestro infantil corazón, para Jenkins, Doug y Patti no terminan juntos. Traumas sólo comparables a esa secuencia de Jurassic Park III en la que vemos que Alan Grant y Ellie Sattler no son pareja sino que ella tiene un bebé con alguien más. Por suerte Jurassic Pak III nunca existió, ¿cierto?

Para no dejar a toda una generación destrozada, Jenkins planteó un inesperado cliffhanger: resulta que Doug descubrirá, con el tiempo, que en realidad está enamorado de otra amiga de la infancia que siempre lo escuchó hablar de Patti. Posiblemente también basado en hechos reales…

Fuera de esta digresión un tanto cursilona, vale decir que la serie tuvo una segunda parte en 1996 tras la compra del estudio Jumbo Pictures por parte de Disney (lo viene haciendo hace mucho, sí). Hasta 1999 hubo uan continuación de la serie clásica, con algunos diseños reformulados y el tono general más bien intacto. Peeero, ya no era exactamente lo mismo.

En Disney+ actualmente no se puede ver la serie pero sí una película de la que hablamos brevemente en esta entrada pero que realmente no aporta gran cosa a esa maravillosa experiencia que era ver la vida de Doug cada semana en los primeros años 90.

CLARISSA

La serie de Clarissa Lo Explica Todo se estrenó en 1991 y durante 5 temporadas fue un programa propio emblemática del viejo Nick, filmado en sus estudios de Orlando. Como seguramente recuerden, estaba centrado en el primer personaje mundialmente popular de la actriz Melissa Joan Hart, que en realidad venía participando en comerciales y capítulos de otras series desde que era una nenita muy pequeña.

A los 15 años tuvo la oportunidad de su vida al ser elegida como personaje principal en un show que llevaría su nombre. Venía de una experiencia no tan buena en 1989, cuando audicionó para una producción de Broadway, The Crucible, pero quedó como suplente de las elegidas. Al momento de afrontar la sitcom que narraba la vida cotidiana de la familia Darling para la aguda e irónica mirada de la hija mayor, Melissa puso toda la carne al asador y obtuvo reconocimiento total.

El creador de la serie era Mitchell Kriegman, un guionista que en su momentó patentó un tipo de animación: el shadowmation, un proceso en vivo para dar vida a marionetas y animatrónics a partir de juegos de luces y sombras parecido al arte tradicional japonés del bunraku. En este caso además se utilizan herramientas de CGI, generadas por cumputadora, todo en tiempo real. ¿Entendiste? Yo tampoco, pero hay varios videos que lo explican más gráficamente y además se utilizó en varias series de Disney como The Book of Pooh, Bear in the Big Blue House, Las Aventuras de Elmo y producciones relativamente actuales de Plaza Sésamo.

Pero volviendo a su creación noventosa, Kriegman había participado en Saturday Night Live, revistas de humor y hasta en la serie animada de ALF de 1988. En los primeros años de Nick, formó parte del equipo creativo que dio forma a los primeros Nicktoons: Doug, Rugrats y Ren y Stimpy.

Cuando comenzó a cranear la idea de Clarissa, su idea fue mechar la imagen de una protagonista inocente y divertida, a la vez que inteligente, punzante y reflexiva. Clarissa era, en esencia, una chica parecida a cualquier otra pero con un fuerte ojo crítico para contar a cámara lo que pasaba en su familia, su escuela y su barrio. A través de distintos recursos visuales, Clarissa no sólo hablaba los televidentes sino que escribía, dibujaba y hasta programaba en su computadora gráficos y secuencias que servían para enfatizar lo que estaba viendo.

Clarissa era algo así como el diario íntimo de una adolescente un tanto freak hecho serie. Había comentarios, notas al pie y garabatos de todo tipo que se sumaban a una estética terriblemente noventosa y un estilo muy pero muy cool de su protagonista. Un personaje aparte, prácticamente era su habitación: acaso el cuarto más genial que una adolescente podía soñar, lleno de detalles, adornos extravagantes y ningún tipo de límite parental al momento de elegir la decoración.

La familia de Clarissa representaba el típico núcleo norteamericano de principios de los 90 pero rápidamente ella destacaba aquellas cosas curiosas, avergonzantes o inexplicables de sus familiares. Desde una mamá obsesionada con la comida naturista hasta un hermano menor insoportable pero que para casi toda la gente era un chico modelo. La serie evidentemente buscó acercarse a un público infantil y adolescente con un mensaje directo y cercano. En el camino, innovó en varios sentidos: aunque sitcoms protagonizadas por chicos habí desde tiempos inmemoriales, ésta fue la primera de Nick y una de las pioneras de la tele en general, enfocada por completo en una protagonista femenina.

Fue el puntapié para muchas otras del mismo estilo, pero que no alcanzaron la frescura y originalidad de Clarissa, que no sólo se centraba en tópicos cotidianos de los adolescentes sino también en temas más complejos de abordar como el sexo.

Aunque la serie tuvo mucho éxito, excelentes críticas y siempre fue muy querido por el público, terminó siendo cancelado para dar paso al siguiente proyecto de Melisa, la sitcom aún más exitosa Sabrina la Bruja Adolescente. No obstante, estuvo en carpeta una continuación de Clarissa que nunca vio la luz. Iba a llamarse Clarissa Now y acompañaría al personaje por su primera incursión en la universidad, inmediatamente después de la serie original. Vale recordar que en los últimos episodios, ya con un tono un tanto más nostálgico, veíamos cómo Clarissa terminaba el colegio y se preparaba para dar sus primeros pasos en la carrera de periodista, una vocación que se dejaba entrever en esa crónica constante que el personaje hacía de su vida cotidiana, semana a semana, a sus televidentes.

Inclusive llegó a filmarse un piloto de esa continuación, pero el proyecto quedó en el tintero para siempre. Lo que sí vio la luz en 2015 fue una novela de ficción escrita por el propio Kriegman que se tituló «Clarissa Things I Can’t Explain«, y apuntaba a esa continuación inconclusa del programa pero tras una ventana de tiempo de 20 años. El argumento le daba una vuelta tristemente realista y encontraba al personaje ante las complicaciones de la vida adulta: el desempleo, el desamor y el recuerdo de esa adolescente que había sido.

A título personal debo decir que encargué este libro hace algunos años pero por un error mío terminpe comprando el audiobook. No sería gran cosa, de no ser por el detalle muy simpático de que está narrado por Emily Hart, una de las hermanas de Melisa Joan Hart, que hasta tuvo un personaje en la serie de Sabrina como la exasperante Amanda.

Uno de los aspectos más destaclables del libro y que hacen irreplanzable muchas veces el rol del creador, es que Kriegman puede pensar a una Clarissa adulta que resulte bastante coherente con la Clarissa adolescente que conocimos. La esencia de esa chica sigue en su versión crecida y también sus comentarios ácidos, su particular forma de ver el mundo y su forma de hablar rápida y contundente.

Volviendo a la serie de Clarissa, era remarcable que, sobre todo en las primeras temporadas, la mayor parte de la acción no salía de los límites de la casa de la familia Darling. Era una sitcom hecha y derecha, con decorados de típica casa norteamericana y la dinámica de ping pong entre los miembros de la familia. Estaba también el mejor amigo de Clarissa, Sam, que entraba a la casa a través de una escalera, metiéndose por la ventana de la habitación de ella. Y cómo olvidar a Elvis, el lagarto-mascota que a pesar de no moverse en cámara tenía una versatilidad sólo comparable a la de la siguiente mascota de Hart: el gato animatrónico Salem.

La serie está disponible de forma oficial y gratuita en el portal/App Pluto TV. ¡No hay excusas!

HEY ARNOLD

La última de esta tríada es, en mi opinión, digna y clara sucesora de Doug. Nuevamente una ciudad suburbana ficticia, una barra de barrio y un personaje que no se destaca por su popularidad, pero sí por ser más reflexivo y analítico que el promedio de los chicos de nueve años. Ya era 1996 y uno de los elementos que sumaba esta serie era su cast multiétnico, que daba la impresión de situar la historia en alguna zona incierta de Nueva York, Chicago, Seattle u otro casco urbano cosmopolita.

A diferencia de Doug, el amor no correspondido era inverso y a lo largo de cinco temporadas, Arnold era el objeto de deseo secreto de Helga, la chica que públicamente lo trataba mal. A su vez, las problemáticas que Arnold y sus amigos enfrentan también son bastante similares a las de Doug aunque un poco más actualizadas, a veces más profundas y complejas.

El programa tenía además mucho humor sarcástico, críticas al mundo adulto y constantemente las tramas dejaban entrever que las vidas de los personajes eran mucho más difíciles y a veces dramáticas de lo que podía parecer en una primera mirada a un dibujo animado. Había hijas perdidas en la guerra, padres desaparecidos, personas solitarias o segregadas e incluso animales que ansiaban con conseguir su libertad. El ojo atento de Arnold hacía que muchas veces fuese él el que descubría estas pequeñas historias que se sucedían a su alrededor y a las que nadie más parecía estar prestando atención.

La idea de la serie vino de Craig Bartlett, un animador que había participado, al igual que el creador de Doug, en las primeras temporadas de Rugrats y Ren y Stimpy. Al momento de lanzarse a hacer su propio programa, comenzó con unos cortos animados en claymation (digamos plastilina) protagonizados por un curioso chico con cabeza con forma de pelota de fútbol americano.

Dato aparte, siempre pensé que en ese altar que hace Helga en su armario donde fabrica un Arnold hecho de basura y pedazos de chicle vieja había un homenaje a ese primer Arnold de los cortometrajes. En total fueron tres: «Arnold Escapes From Church» (Arnold escapa de la iglesia), «The Arnold Waltz» (El Vals De Arnold) en 1990 y «Arnold Rides a Chair» (Arnold monta una silla) en 1991.

Recién en 1993 pudo mostrar este proyecto a Nickelodeon y desarrollarlo para que el canal lo considerara como futura serie. Luego de tres años de producción y con un programa bastante diferente a esos primeros pilotos, Arnold debutó como una renovación de los Nicktoons.

Vale decir que Craig tenía palanca en el ambiente de la animación de los años 90: es cuñado nada menos que de Matt Groening al estar casado con Lisa, la hermana del creador de Los Simpsons (e inspiración para el nombre de la hija menor de la familia más famosa de la TV mundial). Allá por comienzos de los 90, la creación de Bartlett también pudo ir probando su potencial en formato de cómic en la revista Simpsons Illustrated. De hecho la hermana Groening es la productora de los cortos animados de su esposo y desde un principio supo que la historia podía también tener una gran oportunidad en la televisión.

Para 1996, Bratlett ya había desarrollado y producido los primeros episodios de la serie, que debutó, pero en el cine, como telonera de la primera película de Nickelodeon: Harriet la Espía. Poco después fue emitido en la TV y alcanzó un gran éxito para convertirse en uno de los dibujos animados propios del canal más entrañables.

Algo que diferenciaba a Arnold de otros programas de su tipo, era el estilo a veces muy profundo de sus tramas. A diferencia de otros personajes de su estilo, Arnold no vivía con una familia tipo, sino que había sido criado por sus abuelos y vivía junto a ellos y un variopinto grupo de huéspedes de un hotel familiar. Poco a poco nos irímos enterando que el señor Cocoshca (un aparente fracasado) es analfabeto, que el señor Hyunh debió escapar de su país natal en medio de una guerra civil o que Ernie se tortura pensando que nunca se enmorarán de él por su aspecto físico.

Un hilo conductor entre muchos capítulos mostraba Arnold tratando de ayudar a personas a las que nadie más les prestaba atención: el matón Torvald, El Chico del Pórtico, Eugene, el heladero o el Niño Chocolate. Ni hablar del episodio de El Hombre Paloma, toda una joya de poco más de 10 minutos donde se habla de aquellas personas invisibles, de la sensación de no pertenecer a este mundo y todo en un relato que asemeja bastante al de El Principito, pero a la inversa: acá es el adulto quien decide alejarse. También pudo ser una alegoría al suicidio, aunque el personaje vuelve a aparecer en la última película.

Muchos de los episodios rozaban de forma más o menos directa el tema de la salud mental: desde Lila la niña alegre de la escuela que en realidad no tenía plata ni para comer, Helga y su comienzo en la terapia psicológica.

Párrafo aparte merece el personaje de Helga, que al principio parece simple y plana pero termina siendo absolutamente compleja y llena de matices. Grosera en el trato habitual, sensible con su amor secreto por Arnold, pero en el medio una familia en apariencia perfecta que es absolutamente disfuncional y de la que ella se siente totalmente marginada. Helga vive en una constante guerra entre la imagen que los demás tienen de ella y lo que realmente tiene para ofrecer y, entre otros momentos maravillosos, demuestra ser mucho más inteligente que sus compañeras de escuela cuando intenta mostrarles que no quiere hacer las cosas típicas de las mujeres, que sólo quiere disfrutar de ser una nena. Sumado a esto, es uno de los pocos personajes femeninos de los que tengo registro que es abiertamente no-linda pero sobre el que no se tiene una mirada peyorativa dentro de la serie por su aspecto físico. Helga sin dudas es la más genuina de todos los personajes, aunque a veces resulte chocante y hosca, pero es posible que su amor por Arnold esté vinculado con que él suele ver mucho más en las personas de lo que ellas ven en sí mismas.

También había otros episodios con cierto tono terrorífico o de suspenso en los que los mitos urbanos del barrio tomaban un rol central en la vida cotidiana de Arnold y sus amigos: el tren fantasma, la historia de El Jadeante Ed. O episodios que transcurrían en lugares muy pequeños y ponían a prueba la psicologíade los personajes, como el excelente episodio en que Arnold Helga y Gerald quedan atrapados en el subte.

La serie en algún punto quedó inconclusa, ya que Bartlett tuvo diferencias con Nickelodeon luego de varios años y terminó abandonando el proyecto. Sin embargo, muchas cosas habían quedado en el aire, empezando por el destino de los padres del protagonista, cuya desaparición es relatada en un episodio de la serie pero nunca se llegaba a revelar el misterio. Finalmente, en 2019 salió una película sobre la serie que ponía fin a esas dudas y que incluso terminaba de cerrar el plot entre Helga y Arnold. Pueden leer algunos datos más sobre ese film acá.

No obstante, el tema de las películas sobre la serie fue bastante complejo hasta llegar a ese estreno. En 1999 estaba planificado hacer una película a todo trapo que llevase esta producción a una escala mayor tanto en animación como en guión. Hubo muchas idas y vueltas sobre qué contar en la susodicha película y al parecer Nickelodeon presionaba para que fuera la historia de los padres de Arnold, con una gran aventura en la que el protagonista y sus amigos fueran a buscarlos a la selva.

Finalmente, en 2002 se estrenó otra, con un argumento bastante más modesto: Los chicos salvan al barrio de un proyecto inmobiliario que lo destruirá por completo en nombre del progreso. Inicialmente iba a ser un espacial de tres capítulos, pero terminó convirtiéndose en la primera película. A modo de gancho coemrcial también se prometía que Helga finalmente declararía su amor por Arnold, pero en un giro argumental parecido al de La Niñera en el capítulo del avión, la confesión de amor se daría en una situación límite y finalmente los personajes decidirían que había sido un malentendido motorizado por la adrenalina del momento.

Un último detalle para agregar sobre las tres series, es que tenían un par de cosas que, en mi opinión, refuerzan la idea de que son tres expresiones de una misma cosmovisión del mundo. Había detalles que daban cuenta de lo cuidada de su producción y lo amplio del mundo ficcional que planteaban.

Una era las habitaciones de los personajes, que parecían reflejar perfectamente el estilo de cada protagonista y de las historias. La habitación de Doug era sencilla y tradicional, pero era ahí donde el personaje se permitía dejar volar su iamginación y crear a su alterego El Hombre Codorniz, que hacía todo lo él no se animaba.

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